domingo, 21 de junio de 2020

Cuentos Prohibidos: Luna Llena


LUNA LLENA


Hubo una época, hace ya muchas lunas, en la que en las Tierras Lejanas solo existían dos reinos.
Era una época oscura donde ambos reyes representaban la autoridad de sus dioses paganos
Fue en esa época cuando el rey del Norte reclamó en nombre de su dios las tierras del rey del Sur, tierras de poderosos hombres y de distintas razas, pero unidas por un mismo rey y un mismo dios.
El rey del Sur se negó a las pretensiones de su vecino y comenzó una guerra que duró diez años.
Sucedió un día que los nobles que combatían bajo los estandartes del rey del Norte, comenzaron a cuestionar la autoridad de aquel rey que decía representar a su Dios.
Hastiados de la interminable lucha y de perder a sus hijos en el campo de batalla, decidieron seguir fieles a su fe pero se declararon en rebeldía contra su rey.
Estos nobles pactaron frágiles alianzas con sus vecinos para asegurarse las fronteras de sus territorios y la supervivencia de sus ahora maltrechos ejércitos de jóvenes inexpertos y campesinos
mal armados.
Los nobles rebeldes de estas tierras norteñas, llenas de suelo árido y pobladas de caminos inciertos entre sinuosas montañas, veían cada vez más mermadas sus fuerzas, enfrascados en batallas contra
algunos de sus vecinos, contra los mercenarios del rey del Norte, contra las expertas huestes del rey del Sur.
En pueblo y aldeas los nobles reclutaban a los cada vez más escasos hombres para la guerra, igual daba ancianos como adolescentes mientras pudieran empuñar una lanza.
En los hogares sólo quedaban viudas desoladas niños y huérfanos. Apenas quedaron manos para cultivar la tierra y recoger las cosechas, comenzó a escasear el trigo, y por lo tanto el pan, y con la falta de pan llegó la pobreza, y con ella una terrible hambruna a esa tierra inhóspita.
Con la miseria, llegó también la enfermedad y la peste que terminó de diezmar pueblos y aldeas.
Cuenta la leyenda que la tierra se hizo yerma, que los muertos en la batalla salían de sus tumbas y volvían a sus pueblos para beber la sangre de sus vecinos vivos, y que soldados heridos regresaban
en las noches de luna llena convertidos en lobos.
En aquel tiempo existió una pequeña aldea, cuyo nombre fue olvidado en los libros y borrado de los mapas.
En aquella aldea, como en tantas otras, una terrible hambruna y la enfermedad se hicieron presente. 
Eran apenas una treintena de humildes casas habitadas por ancianos, viudas jóvenes cuyos maridos no volvieron de la guerra e hijos pequeños que no podían luchar.
Sobrevivían a duras penas matando el hambre con los escasos recursos que arrancaban de la tierra, recogiendo frutos silvestres del bosque cercano, cazando algún animal y cortando leña con las
escasas fuerzas que les quedaban para sobrevivir al duro invierno.
Una de aquellas mujeres que perdió a su marido en la batalla y cuyo único hijo fue reclutado para luchar con las tropas del rey Norte, languidecía sin noticias de su hijo, esperando que estuviera con vida y volviera junto a ella.
Un día las mujeres que iban a recoger frutos y cortar la leña en el bosque, volvieron con la noticia de que un grupo de gitanos había acampado en el bosque.
Desoyendo los consejos del resto de las mujeres, aquella mujer, encaminó sus pasos hasta el campamento gitano.
Allí los gitanos oyeron sus pretensiones y le llevaron hasta la hechicera, una anciana de edad indefinida, de piel apergaminada y amarillenta, toda vestida de negro, que la escucho con atención,
emplazándola a que volviera a la noche.
Rompían la oscuridad de la noche las hogueras encendidas en el campamento gitano, cuando hasta allí llegó la mujer,
La anciana gitana señaló a la mujer que se sentara junto a ella mientras echaba unas hojas secas de arboles al interior de un caldero, mientras recitaba con voz susurrante palabras en una lengua desconocida para ella.
Un tiempo más tarde llenó un frasco con el liquido que había en el caldero, que entregó a la temblorosa mujer, diciéndole.
- Tu hijo está vivo aunque herido y volverá junto a ti, con este elixir y mi hechizo sanará, pero ya no será el mismo cuando salga la luna llena.
La mujer, que hubiera dado la vida por su hijo, pagó con las escasas monedas reunidas a la hechicera.
La mujer reconfortada tras la visita al campamento gitano volvió a su casa.
Unos días más tarde los gitanos desmontaron el campamento y marcharon de allí.
Los días pasaban y para desespero de la mujer su hijo no aparecía, cuando iba a perder toda esperanza una mañana llegó su hijo herido, tal como ya le había anunciado la gitana.
El joven bajo los cuidados de su madre y con el paso de los días comenzó a recuperar lentamente la salud, pero cuando una noche una enorme y amarillenta luna llena presidió el cielo estrellado, el
joven fue presa de una fiebre que amenazaba terminar con su vida.
La mujer veía con preocupación como su hijo, aunque al llegar la mañana recuperaba la salud, recaía de la enfermedad cada noche de luna llena y cada vez iba menguando sus fuerzas.
Fue entonces cuando recordó la madre las últimas palabras que le dijo a solas la gitana, antes de abandonar el campamento con el remedio en sus manos.
Una noche de luna llena se acercó hasta la casa de una mujer joven que vivía sola, solicitándole ayuda.
La condujo a su casa vigilando que nadie las viera, la condujo a la habitación donde estaba su hijo y entraron, cerrando la mujer la puerta tras de si.
La joven vio a la luz de la luna llena que entraba por la ventana el camastro donde dormía el hijo.
Sorprendida notó como un cuchillo manejado por la mujer se clavaba en su costado.
El olor de la sangre fue suficiente para que el hijo se incorporara del camastro, observándola con
dos ojos enormes, amarillos y llameantes como la misma luna. 
La joven quiso retroceder, pero fue demasiado tarde, un lobo enorme la había sujetado con sus dientes por la garganta y ni siquiera pudo gritar para pedir ayuda.
El hijo de la mujer, convertido en lobo tardó unas par horas en devorar el cuerpo de la muchacha.
A la mañana, la mujer limpió los restos, mientras pensaba para si misma que al fin y al cabo, una madre no puede dejar morir de hambre a su hijo.

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