Continuamos con otro relato más de Infeczión.
Frank Foster estaba sentado en su coche patrulla en el estacionamiento del Aaron´s Coffee & Donut’s comiéndose un donut glaseado recién hecho antes de proseguir su ronda de medianoche por la ciudad.
A aquella hora solo habían en el local dos parejas de adolescentes sentados en los taburetes, que conversaban animadamente con Joe el empleado del local.
Plegó el periódico cuyos titulares hablaban de la pandemia de gripe, se terminó el donut y apuró el último sorbo del vaso de café aún caliente, a continuación abrió la guantera y extrajo un paquete de pañuelos de papel y se limpió los dedos con un par de ellos, los arrugó haciendo una bola y abriendo la ventanilla del coche por la mitad los lanzó al exterior, cayendo en el interior de la papelera cercana.
Seguidamente arrancó el coche, era el momento de continuar la ronda.
Al principio, cuando le asignaron el turno de noche lo detestaba, apenas llevaba seis meses casado con Mary Lou y llevó fatal el cambio de horario.
A aquella hora solo habían en el local dos parejas de adolescentes sentados en los taburetes, que conversaban animadamente con Joe el empleado del local.
Plegó el periódico cuyos titulares hablaban de la pandemia de gripe, se terminó el donut y apuró el último sorbo del vaso de café aún caliente, a continuación abrió la guantera y extrajo un paquete de pañuelos de papel y se limpió los dedos con un par de ellos, los arrugó haciendo una bola y abriendo la ventanilla del coche por la mitad los lanzó al exterior, cayendo en el interior de la papelera cercana.
Seguidamente arrancó el coche, era el momento de continuar la ronda.
Al principio, cuando le asignaron el turno de noche lo detestaba, apenas llevaba seis meses casado con Mary Lou y llevó fatal el cambio de horario.
Pasaba todo el día tumbado en la cama despierto, cuando debería estar durmiendo lo cual afectaba a la vida sexual de la pareja, luego cuando entraba de servicio pasaba la mitad de la noche en el coche patrulla dando cabezadas.
Con el paso del tiempo el matrimonio se acostumbró al horario nocturno, primero nació George que ahora contaba diez años y luego lo hizo Rachel que tenía seis, y el siguió trabajando en el turno de noche.
Tampoco hubiera importado demasiado si dormía toda la noche mientras hacía su turno, los ciudadanos de Randall se encerraban en casa a las siete de la tarde, exceptuando los viernes y los sábados por la noche. Hasta llegar el verano la ciudad estaba muerta tras el anochecer.
Entre semana, excepto el McDonald´s que cerraba a medianoche y el Aaron´s Coffee & Donut’s, que permanecía abierto toda la noche, muy rara vez veía algún vehículo que no fuera el suyo más allá de la una de la madrugada.
Suponía que el turno de noche le había acabado gustando por eso, estaba mejor pagado que el turno de día, lo cual le permitió pagar la hipoteca de la casa al banco, era mucho más tranquilo y con menos trabajo. También le permitía pasar más tiempo con su familia y echar una mano a Mary Lou en las tareas domésticas de la casa y en los deberes escolares de sus hijos.
Conducía despacio, con calma, por las calles de Randall y como la mayoría de las noches no vio a nadie, no se cruzó con ningún coche, todo el mundo dormía en sus casas.
Con el paso del tiempo el matrimonio se acostumbró al horario nocturno, primero nació George que ahora contaba diez años y luego lo hizo Rachel que tenía seis, y el siguió trabajando en el turno de noche.
Tampoco hubiera importado demasiado si dormía toda la noche mientras hacía su turno, los ciudadanos de Randall se encerraban en casa a las siete de la tarde, exceptuando los viernes y los sábados por la noche. Hasta llegar el verano la ciudad estaba muerta tras el anochecer.
Entre semana, excepto el McDonald´s que cerraba a medianoche y el Aaron´s Coffee & Donut’s, que permanecía abierto toda la noche, muy rara vez veía algún vehículo que no fuera el suyo más allá de la una de la madrugada.
Suponía que el turno de noche le había acabado gustando por eso, estaba mejor pagado que el turno de día, lo cual le permitió pagar la hipoteca de la casa al banco, era mucho más tranquilo y con menos trabajo. También le permitía pasar más tiempo con su familia y echar una mano a Mary Lou en las tareas domésticas de la casa y en los deberes escolares de sus hijos.
Conducía despacio, con calma, por las calles de Randall y como la mayoría de las noches no vio a nadie, no se cruzó con ningún coche, todo el mundo dormía en sus casas.
Recorría las calles con la mirada, en algún que otro porche habían dejado la luz encendida para ahuyentar a posibles merodeadores, y a través de las cortinas podía verse la luz azul parpadeante de los televisores encendidos.
Recorrió el límite norte de la ciudad y se dirigió hacia las afueras para tomar la carretera, avanzó durante tres kilómetros hasta el cruce, al girar a la izquierda quinientos metros después vio el
edificio blanco con el logotipo y el nombre en letras rojas de los grandes almacenes de la cadena TARGET.
Hacía tres años que las negociaciones del ayuntamiento habían logrado que la importante cadena de almacenes se instalara en la ciudad y diera empleo a un buen número de habitantes de la población.
Pese a que contaba con su propio servicio de seguridad, Frank acostumbraba en su turno a acercarse por allí por si había algún problema, así que entró en el estacionamiento de TARGET con la intención de dar una vuelta rápida antes de seguir hacia Main Street, la calle principal de la ciudad, donde estaban la mayor parte de los negocios locales, los bancos y el ayuntamiento.
Una parte de las luces del estacionamiento estaban encendidas, aunque no hubiera hecho falta, ya que había luna llena y podía ver con total claridad.
Recorrió el límite norte de la ciudad y se dirigió hacia las afueras para tomar la carretera, avanzó durante tres kilómetros hasta el cruce, al girar a la izquierda quinientos metros después vio el
edificio blanco con el logotipo y el nombre en letras rojas de los grandes almacenes de la cadena TARGET.
Hacía tres años que las negociaciones del ayuntamiento habían logrado que la importante cadena de almacenes se instalara en la ciudad y diera empleo a un buen número de habitantes de la población.
Pese a que contaba con su propio servicio de seguridad, Frank acostumbraba en su turno a acercarse por allí por si había algún problema, así que entró en el estacionamiento de TARGET con la intención de dar una vuelta rápida antes de seguir hacia Main Street, la calle principal de la ciudad, donde estaban la mayor parte de los negocios locales, los bancos y el ayuntamiento.
Una parte de las luces del estacionamiento estaban encendidas, aunque no hubiera hecho falta, ya que había luna llena y podía ver con total claridad.
Como todas las noches los coches de los empleados estaban aparcados y fue al pasar por la parte delantera de los almacenes y observar la puerta de entrada también iluminada, cuando de pronto le pareció ver algo que le hizo reducir la velocidad casi hasta detener el coche.
Salió del coche y desenfundó el revólver, acercándose con precaución hasta las puertas correderas de cristal de la entrada, estas estaban cerradas y Frank pegó la cabeza al cristal para ver el interior.
Más allá de algunas luces encendidas que habían en la entrada, la sección de música que era la más cercana a la puerta estaba casi en penumbras.
Salió del coche y desenfundó el revólver, acercándose con precaución hasta las puertas correderas de cristal de la entrada, estas estaban cerradas y Frank pegó la cabeza al cristal para ver el interior.
Más allá de algunas luces encendidas que habían en la entrada, la sección de música que era la más cercana a la puerta estaba casi en penumbras.
Estuvo tentado en golpear el cristal para intentar llamar la atención de alguno de los guardas de seguridad que debían hallarse en algún lugar de su interior, pero finalmente desistió de ello.
Frank enfundó de nuevo el arma y regresó al coche patrulla, subió y cerró la puerta de golpe, permaneciendo con el vehículo en marcha sin saber que hacer.
No estaba muy seguro de lo que había visto, si es que en verdad había visto algo, el corazón le latía con fuerza, y tenía los nervios a flor de piel debido a la adrenalina.
Frank enfundó de nuevo el arma y regresó al coche patrulla, subió y cerró la puerta de golpe, permaneciendo con el vehículo en marcha sin saber que hacer.
No estaba muy seguro de lo que había visto, si es que en verdad había visto algo, el corazón le latía con fuerza, y tenía los nervios a flor de piel debido a la adrenalina.
Era probable que no ocurriera nada fuera de lo común, y se tratara de alguien del equipo de limpieza nocturno, de los encargados de reponer los estantes vacíos o empleados de mantenimiento que estaban realizando su trabajo.
Sí. Por embarazoso que fuera admitirlo, se sentía un poco asustado.
Incluso allí, en el interior del coche patrulla, con su emisora de radio, la escopeta de repetición y el revólver.
Sin embargo, se obligó a hacer caso omiso de su inquietud y puso el vehículo policial en marcha, para volver a detenerlo unos metros más adelante delante de la entrada, iluminando esta con los
Sí. Por embarazoso que fuera admitirlo, se sentía un poco asustado.
Incluso allí, en el interior del coche patrulla, con su emisora de radio, la escopeta de repetición y el revólver.
Sin embargo, se obligó a hacer caso omiso de su inquietud y puso el vehículo policial en marcha, para volver a detenerlo unos metros más adelante delante de la entrada, iluminando esta con los
faros del coche patrulla, cogió la linterna de debajo del salpicadero y bajó del vehículo sin apagar el motor.
Se acercó a las puertas de cristal y miró dentro. Al principio no vio nada, sólo los pasillos llenos de productos y la zona de cajas vacía.
De repente captó un movimiento con el rabillo del ojo y centró su atención en el fondo de uno de los pasillos.
Frank sujetó con más fuerza la linterna, unas figuras avanzaban recorriendo los pasillos, caminando entre los estantes de manera extraña. Eran empleados, llevaban las camisas y jerseys de color rojo con el logo característico de la empresa estampado en ella.
Frank respiró aliviado, percatándose entonces de que había estado conteniendo el aliento, continuó mirando a través de las puertas cerradas de cristal como las figuras se movían y tropezaban con los estantes derribando alguno de ellos.
¿Tropezando? ¿Acaso estaban borrachos?
Las figuras tenían algo extraño: su complexión, su aspecto, sus movimientos, algo que no era natural. No parecían seres humanos.
Se apartó de la entrada y se agachó intentando confundirse en la oscuridad para evitar que lo vieran y desde ese punto de observación privilegiado, contempló como se movían por la tienda.
En su interior estaba convencido que allí ocurría algo inusual, aquellos trabajadores del turno de noche, deambulaban por la tienda pero no parecían hacer nada. No parecían ser del servicio de
limpieza fregando el suelo, ni los de mantenimiento cambiando los fluorescentes, tampoco que estaban haciendo inventario, ni por supuesto nadie reponía los estantes con mercancías.
Se acercó a las puertas de cristal y miró dentro. Al principio no vio nada, sólo los pasillos llenos de productos y la zona de cajas vacía.
De repente captó un movimiento con el rabillo del ojo y centró su atención en el fondo de uno de los pasillos.
Frank sujetó con más fuerza la linterna, unas figuras avanzaban recorriendo los pasillos, caminando entre los estantes de manera extraña. Eran empleados, llevaban las camisas y jerseys de color rojo con el logo característico de la empresa estampado en ella.
Frank respiró aliviado, percatándose entonces de que había estado conteniendo el aliento, continuó mirando a través de las puertas cerradas de cristal como las figuras se movían y tropezaban con los estantes derribando alguno de ellos.
¿Tropezando? ¿Acaso estaban borrachos?
Las figuras tenían algo extraño: su complexión, su aspecto, sus movimientos, algo que no era natural. No parecían seres humanos.
Se apartó de la entrada y se agachó intentando confundirse en la oscuridad para evitar que lo vieran y desde ese punto de observación privilegiado, contempló como se movían por la tienda.
En su interior estaba convencido que allí ocurría algo inusual, aquellos trabajadores del turno de noche, deambulaban por la tienda pero no parecían hacer nada. No parecían ser del servicio de
limpieza fregando el suelo, ni los de mantenimiento cambiando los fluorescentes, tampoco que estaban haciendo inventario, ni por supuesto nadie reponía los estantes con mercancías.
Sólo… caminaban por los pasillos.
No se dio cuenta que uno de los cuerpos se situó ante la puerta. Frank dio un brinco, retrocediendo un poco más intentando confundirse con las sombras.
No se dio cuenta que uno de los cuerpos se situó ante la puerta. Frank dio un brinco, retrocediendo un poco más intentando confundirse con las sombras.
El cuerpo permanecía detrás del cristal, mirando hacia fuera. Movía la cabeza de izquierda a derecha, como si mirara al exterior. Desde el ángulo en que se encontraba, los movimientos parecían mucho más extraños, menos naturales y la piel de su rostro se veía de un tono más gris de lo que podía ser una piel normal.
Frank notó que el corazón se le desbocaba y que tenía la boca completamente seca y por unos segundos deseó que hubiera terminado su turno y hallarse en el calor de su hogar.
La figura volvió de golpe la cabeza y sus ojos parecieron mirarle, pero no debían verle, eran ojos sin vida, parecían los ojos de un muerto.
De repente, la noche le pareció mucho más oscura.
Frank dio media vuelta y corrió hacia el coche patrulla. Subió, cerró la puerta de golpe, puso primera y arrancó el vehículo. Un sudor frío recorrería su espalda.
Contempló por el retrovisor el aparcamiento y el iluminado edificio mientras giraba bruscamente hacia la carretera.
No estuvo tranquilo hasta que aparcó delante del Aaron´s Coffee & Donut’s.
Respiró profundamente. En su interior sabía que algo había cambiado y que las cosas nunca serían como antes. Seguidamente pulsó el botón de su emisora.
Transcripción del avance informativo de la MRK TV:
Presentador: Buenos días, les habla Lester Morgan, interrumpimos nuestra emisión habitual para mostrarles en exclusiva, las primeras imágenes de lo que está sucediendo en Randall. Hasta allí se ha desplazado un equipo de la cadena con Melissa Harris.
Buenos días, Melissa. ¿Nos puedes decir que esta ocurriendo?
(Aparece un primer plano de la reportera, micrófono en mano, seguidamente la cámara se aparta de ella para enfocar el parking de un centro comercial).
Reportera: Buenos días, Lester. Son las seis de la mañana y me encuentro en las inmediaciones del parking del centro comercial de la cadena TARGET, en la población de Randall. Me preguntas que es lo que está ocurriendo, realmente en estos momentos nadie sabe con certeza que es lo que está pasando o por lo menos las autoridades no quieren decirlo.
(Mientras la cámara va mostrando imágenes con el zoom de la fachada del centro comercial, de los carros del centro pulcramente alineados y los coches policiales parados impidiendo el acceso a los curiosos. Por detrás de la reportera se ve pasar un miembro de la policía de la ciudad).
Reportera: Oficial, por favor, acérquese oficial. (el policía sigue su camino sin detenerse). Ya lo ves Lester, no hay manera de hablar con nadie. Si te puedo decir que se trata del oficial Frank Foster, el hombre que durante su turno, la noche pasada dio la voz de alarma, aunque aún no sabemos el porqué.
Presentador: ¿Has podido hablar con algún responsable del centro comercial?, Melissa.
Reportera: Efectivamente Lester, he podido charlar con Tom Henderson, su director, que nos ha contestado con evasivas, afirmando que no sabe nada y remitiéndonos al mando policial. Asimismo he hablado con varios de los empleados que habían llegado para incorporarse a su trabajo y a los que se les ha impedido el acceso al lugar. Ellos nos han confirmado que debían encontrarse en el interior del centro unos treinta trabajadores, pertenecientes al turno de limpieza y a la reposición de mercancía, así como tres miembros del equipo de la empresa de seguridad que custodia el local.
(Melissa Harris se da la vuelta hacia el centro comercial, mientras al fondo parecen escucharse sirenas policiales).
Presentador: Según los teletipos llegados en los últimos minutos, tras la confusión inicial ligada a las primeras informaciones, parece que ha quedado totalmente descartada la posibilidad de que se haya producido un ataque terrorista de carácter biológico en el centro comercial, tal como se había barajado en un primer instante. Pudiendo estar ligado el suceso a los extraños episodios de violencia que se están produciendo y que algunos achacan a la pandemia de gripe. ¿Sabes algo de esto, Melissa?
Reportera: (elevando la voz) No, la verdad es que por... (La reportera se detiene, mientras la cámara gira hacia un lado apartándose de ella y enfoca a varios coches de la policía con las luces destellantes que acompañan a dos furgones de color negro con la palabra S.W.A.T. escrita en caracteres de color blanco).
Cámara: ¡Mira Melissa, mira! (La cámara sigue enfocando los vehículos que se detienen frente a la entrada).
Reportera: Como estamos viendo acaban de llegar varias unidades de los S.W.A.T., que están descendiendo de los furgones.
Enfócales Bob, no pierdas detalle (dirigiéndose al cámara). (El zoom de la cámara muestra a una decena de miembros del S.W.A.T., con casco, chaleco antibalas y armados con fusiles ametralladores, hablar unos segundos y dirigirse hacia la entrada). ¡¡Van a entrar, se disponen a entrar!!
(Por detrás de la reportera, aparecen dos policías, uno de ellos pone la mano delante de la cámara, mientras el otro aparta a la reportera).
Policía: Deje de grabar y apártense de aquí, por favor.
Reportera: ¡Eh, estese quieto, nosotros solo estamos haciendo nuestro trabajo!
(Por encima del policía, la cámara muestra como los hombres del S.W.A.T. penetran en el edificio y suenan los disparos, a continuación se ve un forcejeo con un policía y la cámara grabando el suelo mientras cae).
Reportera: ¡Se oyen disparos, están disparando! ¿Pero qué está haciendo? ¡oiga!...
Se corta la emisión en directo y dan paso al presentador en el estudio de televisión.
Presentador: Eh... disculpen las molestias. Parece ser que hemos sufrido un fallo en la emisión que intentaremos resolver a la mayor brevedad posible, mientras tanto y tras unos anuncios publicitarios continuaremos con un programa especial sobre un tema de máxima actualidad y que tanto preocupa: la epidemia de gripe. Hasta dentro de unos minutos.
Frank notó que el corazón se le desbocaba y que tenía la boca completamente seca y por unos segundos deseó que hubiera terminado su turno y hallarse en el calor de su hogar.
La figura volvió de golpe la cabeza y sus ojos parecieron mirarle, pero no debían verle, eran ojos sin vida, parecían los ojos de un muerto.
De repente, la noche le pareció mucho más oscura.
Frank dio media vuelta y corrió hacia el coche patrulla. Subió, cerró la puerta de golpe, puso primera y arrancó el vehículo. Un sudor frío recorrería su espalda.
Contempló por el retrovisor el aparcamiento y el iluminado edificio mientras giraba bruscamente hacia la carretera.
No estuvo tranquilo hasta que aparcó delante del Aaron´s Coffee & Donut’s.
Respiró profundamente. En su interior sabía que algo había cambiado y que las cosas nunca serían como antes. Seguidamente pulsó el botón de su emisora.
Transcripción del avance informativo de la MRK TV:
Presentador: Buenos días, les habla Lester Morgan, interrumpimos nuestra emisión habitual para mostrarles en exclusiva, las primeras imágenes de lo que está sucediendo en Randall. Hasta allí se ha desplazado un equipo de la cadena con Melissa Harris.
Buenos días, Melissa. ¿Nos puedes decir que esta ocurriendo?
(Aparece un primer plano de la reportera, micrófono en mano, seguidamente la cámara se aparta de ella para enfocar el parking de un centro comercial).
Reportera: Buenos días, Lester. Son las seis de la mañana y me encuentro en las inmediaciones del parking del centro comercial de la cadena TARGET, en la población de Randall. Me preguntas que es lo que está ocurriendo, realmente en estos momentos nadie sabe con certeza que es lo que está pasando o por lo menos las autoridades no quieren decirlo.
(Mientras la cámara va mostrando imágenes con el zoom de la fachada del centro comercial, de los carros del centro pulcramente alineados y los coches policiales parados impidiendo el acceso a los curiosos. Por detrás de la reportera se ve pasar un miembro de la policía de la ciudad).
Reportera: Oficial, por favor, acérquese oficial. (el policía sigue su camino sin detenerse). Ya lo ves Lester, no hay manera de hablar con nadie. Si te puedo decir que se trata del oficial Frank Foster, el hombre que durante su turno, la noche pasada dio la voz de alarma, aunque aún no sabemos el porqué.
Presentador: ¿Has podido hablar con algún responsable del centro comercial?, Melissa.
Reportera: Efectivamente Lester, he podido charlar con Tom Henderson, su director, que nos ha contestado con evasivas, afirmando que no sabe nada y remitiéndonos al mando policial. Asimismo he hablado con varios de los empleados que habían llegado para incorporarse a su trabajo y a los que se les ha impedido el acceso al lugar. Ellos nos han confirmado que debían encontrarse en el interior del centro unos treinta trabajadores, pertenecientes al turno de limpieza y a la reposición de mercancía, así como tres miembros del equipo de la empresa de seguridad que custodia el local.
(Melissa Harris se da la vuelta hacia el centro comercial, mientras al fondo parecen escucharse sirenas policiales).
Presentador: Según los teletipos llegados en los últimos minutos, tras la confusión inicial ligada a las primeras informaciones, parece que ha quedado totalmente descartada la posibilidad de que se haya producido un ataque terrorista de carácter biológico en el centro comercial, tal como se había barajado en un primer instante. Pudiendo estar ligado el suceso a los extraños episodios de violencia que se están produciendo y que algunos achacan a la pandemia de gripe. ¿Sabes algo de esto, Melissa?
Reportera: (elevando la voz) No, la verdad es que por... (La reportera se detiene, mientras la cámara gira hacia un lado apartándose de ella y enfoca a varios coches de la policía con las luces destellantes que acompañan a dos furgones de color negro con la palabra S.W.A.T. escrita en caracteres de color blanco).
Cámara: ¡Mira Melissa, mira! (La cámara sigue enfocando los vehículos que se detienen frente a la entrada).
Reportera: Como estamos viendo acaban de llegar varias unidades de los S.W.A.T., que están descendiendo de los furgones.
Enfócales Bob, no pierdas detalle (dirigiéndose al cámara). (El zoom de la cámara muestra a una decena de miembros del S.W.A.T., con casco, chaleco antibalas y armados con fusiles ametralladores, hablar unos segundos y dirigirse hacia la entrada). ¡¡Van a entrar, se disponen a entrar!!
(Por detrás de la reportera, aparecen dos policías, uno de ellos pone la mano delante de la cámara, mientras el otro aparta a la reportera).
Policía: Deje de grabar y apártense de aquí, por favor.
Reportera: ¡Eh, estese quieto, nosotros solo estamos haciendo nuestro trabajo!
(Por encima del policía, la cámara muestra como los hombres del S.W.A.T. penetran en el edificio y suenan los disparos, a continuación se ve un forcejeo con un policía y la cámara grabando el suelo mientras cae).
Reportera: ¡Se oyen disparos, están disparando! ¿Pero qué está haciendo? ¡oiga!...
Se corta la emisión en directo y dan paso al presentador en el estudio de televisión.
Presentador: Eh... disculpen las molestias. Parece ser que hemos sufrido un fallo en la emisión que intentaremos resolver a la mayor brevedad posible, mientras tanto y tras unos anuncios publicitarios continuaremos con un programa especial sobre un tema de máxima actualidad y que tanto preocupa: la epidemia de gripe. Hasta dentro de unos minutos.