Debe acompañar cualquier "torra" de carne y embutido que se precie. Acompañando a una chorreante de grasa y crujiente panceta ó "cansalá" a la brasa, adquiere matices de autentica lujuria, también junto al bacalao, la sepia o los calamares. E incluso untando generosamente un buen pan de hogaza, a poder ser, no hará falta nada más para disfrutar de esta salsa.
Para hacer un buen all i oli necesitaremos media cabeza de ajos, sal, aceite de oliva y un limón. Pondremos en el mortero los dientes de ajos pelados y un poco de sal. Chafaremos bien hasta obtener una pasta lo más fina posible. A continuación iremos añadiendo aceite gota a gota, hasta conseguir que la pasta se separe del mortero, o la maza se aguante sola. Sin parar de mover, le pondremos unas gotas de limón.
Hay muchos trucos, y cada maestrillo tiene su librillo. Unos dicen que ingredientes y mortero han de estar a temperatura ambiente (no fríos), que debemos chafar bien los ajos y tirar el oro líquido gota a gota con parsimonia continuada. Si el ajo está grillado, hay que quitarle el corazón, porque impide que ligue bien y además pica. Si es la mujer quien hace el all i oli y tiene el periodo, no conseguirá ligarlo. También dicen que si se desliga, echando una miga de pan mojada en agua conseguirás que vuelva a ligarse.
La cantidad de aceite es aleatoria, admite la que le echen. Y cuanto más ajo, más picará.
También hay quien la prefiere hacer con la batidora, a mi me gusta hacer la Salsa Allioli a mano
y añadirle un huevo.
Ah, y no nos olvidemos lo ricas que están como tapa, unas estupendas Patatas con Allioli.
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