Recordando a un grupo de amigos que se reunieron el pasado domingo para almorzar frente a un televisor, viendo un partido de su equipo de futbol, que es el mío, vistiendo con orgullo sus colores albinegros, llegué a la conclusión que nadie puede dudar de que a los valencianos nos gusta el almuerzo y que lo llevamos bien metido dentro y forma parte de nuestra cultura.
La grandeza del esmorzaret está en el bocadillo, en el plato de olivas, en el de los cacahuetes de collaret, en la cebolla y el tomate cortado, en el alioli, en el carajillo quemado, y en las relaciones humanas que se derivan de esta comida con buenos amigos y compañeros de trabajo
alrededor de una mesa, y que para muchos de nosotros constituye uno de los momentos más importantes y feliz del día.
Es indudable que a un catalán no le sacaríamos del Jamón o el Fuet con "Pa amb Tumaca", lo
mismo que nos sucedería con un madrileño de su pincho de Tortilla de Patatas o su bocadillo
de Calmares rebosando Mahonesa.
Pero para nosotros es una fiesta de los sentidos, un homenaje a la Gula. Quienes más que nosotros seriamos si no capaces de hacer frente a una estupenda Sardina de Bota con Cebolla y Pimientos Verdes, con Huevos Fritos, freídos con el mismo suculento aceite de la sardina que te va a obligar a mojar una barra de pan en él.
Todos tenemos nuestros templos favoritos, esos lugares donde acudimos a rendir homenaje al dios de la fartera. A esas piras donde el fuego bendice la gustosa panceta, el suculento chorizo, la sabrosa morcilla o la humilde longaniza, mientras en la mesa las rebanadas de hogaza de pueblo son untadas con alioli por los hambrientos comensales.
Vienen a mi memoria los almuerzos en el Grao, en el 1001, en el Trafalgar, en el Bar Las Planas, excelso el bocadillo de Sepia o el de Tortilla de Gambas, con Toni, Juanjo, Jorge, Miguel Angel, Vite, Javi, Dani, Felip, David, los dos Alejandros y muchos otros que espero me disculpen si ahora no recuerdo.
Con estas palabras damos la bienvenida en este humilde blog, a esos lugares donde la liturgia
del almuerzo han impactado y dejado huella en mi y que iremos repasando en diferentes entregas.
Y aunque alguien piense que es una herejía mezclar el futbol y la comida, seguiremos disfrutando de esos almuerzos, mientras esperamos que alguna vez el Dios del Futbol nos haga justicia y nuestro escudo ocupe el lugar que se merece y no donde la canallesca le ha llevado, que se pueda gritar a los cuatro vientos y con total orgullo, "yo soy del CD Castellón", sin que la gente te mire con lastima o como si estuvieras loco. PPO.